Escribo esta entrada desde el mayor de los respetos y con la debida precaución: no estuve allí. Estoy segura que este acto fue preparado con el mayor cariño, la mayor dedicación y la mejor de las intenciones de mostrar y enseñar la importancia de las tortugas. En la convocatoria figuraban actividades divulgativas complementarias de las que muchos no se dieron cuenta. Yo como no estuve allí, tampoco las vi :(
Y diréis cómo me atrevo a escribir esta entrada. A esto se llama escribir de oídas (y de vista). La razón es porque, varias personas que conozco bien llegaron indignadas, y una de ellas me trajo vídeos. Los vi y la verdad es que hay algunas cosas con la que discrepo y a riesgo de meterme en un jardín voy a dar mi opinión (aunque nadie me la haya pedido). Creo que la animación del evento sobraba :(
Y la cantidad de gente era espectacular, me da la impresión que no se esperaba que fuera a haber tanto público.
Y la cantidad de gente era espectacular, me da la impresión que no se esperaba que fuera a haber tanto público.
Vídeo de la liberación de las 25 tortugas boba en la playa del Carabassí
Posted by Elchediario on Lunes, 14 de septiembre de 2015
Pero vuelvo a lo que yo quería transmitir...
En educación ambiental nos enseñan que lo que no se conoce no se ama (aunque ya sabéis que últimamente yo tengo la teoría de que lo que no se conoce no se destroza) y probablemente llevados por la emoción de soltar tortugas bobas, algo tan poco habitual querían compartir y enseñar a las tortugas a todo el mundo. Puedo entenderlo, querer divulgar y mostrar a todos lo que son las tortugas, puedo entenderlo. Pero no compartirlo.
Observar a distancia
Creo que en educación ambiental es muy importante enseñar el respeto y cuidado del mundo natural. En numerosas ocasiones esto pasa por enseñar que hay que tomar distancia y respetar, enseñar a que los animales se observan y no se tocan. Que somos afortunados si divisamos a un animal en su entorno natural, comportándose de forma natural, y que intervenir en el sistema puede ser beneficio o perjudicial, pero que siempre tenemos que ser meros observadores.
En esta ocasión, fueron muchos los afortunados que pudieron ver las tortugas porque las acercaron al público para que las vieran, es más, antes de soltarlas, preguntaron si faltaba alguien por verlas.
Yo no asistí porque trabajaba, pero imaginaba una suelta de tortugas donde el público estaba como en este caso, detrás de un cordón, una carpa donde las tortugas esperaban a ser liberadas y un discurso.
Sí, un discurso en el que se explicara que la protección del hábitat, la no-urbanización de la costa, el no masificar las playas, el mantener limpias las playas para que no pasen las máquinas diariamente, proteger el medio de los plásticos que tiramos a la basura, a la calle (los que se vuelan de los contenedores), la importancia de conservar su hábitat natural, la Posidonia oceánica, evitar la contaminación de todo tipo... que todas estas cosas son la clave para que las tortugas vuelvan.
Hacer hincapié en que las tortugas son unos indicadores de conservación, que si volvían de nuevo es que lo estábamos haciendo bien. Mostrar a todas esas personas que para que este evento se repitiera en el futuro era fundamental la protección del hábitat.
Y después del discurso, imaginaba que soltarían a las tortugas y se las vería en manada corriendo con sus aletas torpes hacia el mar, pegando el saltito en las olas y aprendiéndose el camino para volver después.
Por lo que me dijeron esto no pudo ser porque en esa hora (las 17.15h) estaba creciendo la marea hasta alcanzar la pleamar a las 18.02 h.
Sé el trabajo, la ilusión, el empeño que se pone, el esfuerzo, los nervios porque todo salga bien, porque se consigan los objetivos marcados, la emoción que transcurre en ese día... y es una pena que el sabor fuera agridulce porque la suelta se convirtiera, por ese afán de divulgar, en algo más cercano a un parque de atracciones que a una suelta en armonía con el entorno natural.
Sé el trabajo, la ilusión, el empeño que se pone, el esfuerzo, los nervios porque todo salga bien, porque se consigan los objetivos marcados, la emoción que transcurre en ese día... y es una pena que el sabor fuera agridulce porque la suelta se convirtiera, por ese afán de divulgar, en algo más cercano a un parque de atracciones que a una suelta en armonía con el entorno natural.